15.9.10

Nos esforzamos, nos arriesgamos, solo para lograr que el otro tambien quiera. Ese es el verdadero deseo. El deseo es incompleto si es solo de uno, necesitamos del otro, necesitamos querer lo mismo.

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-Bella –sus dedos recorrieron con ligereza el contorno de mis labios-. Yo voy a estar contigo…, ¿no basta con eso? Edward puso las yemas de los dedos sobre mis labios, que esbozaron una sonrisa. -Basta por ahora. Le acaricié el rostro y dije: -Mira, te quiero más que nada en el mundo. ¿No te basta eso? -Sí, es suficiente –contestó, sonriendo-. Suficiente para siempre.