Y en qué lugar habrá consuelo para mi locura
Esta ironía con que se cura,
Si el final es en donde partí
No llores más, dame la mano contame tu suerte
De esta manera quizás no sea la muerte,
La que nos logre apagar el dolor
-Bella –sus dedos recorrieron con ligereza el contorno de mis labios-. Yo voy a estar contigo…, ¿no basta con eso? Edward puso las yemas de los dedos sobre mis labios, que esbozaron una sonrisa. -Basta por ahora. Le acaricié el rostro y dije: -Mira, te quiero más que nada en el mundo. ¿No te basta eso? -Sí, es suficiente –contestó, sonriendo-. Suficiente para siempre.
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