24.9.10

• Grita como si en tus palabras se escondiera el mañana, llora con la nostalgia que implican las lagrimas, sonríe como si fuera la última vez que encuentres la felicidad, ríe como si hubieras presenciado el evento más divertido del mundo. Pero nunca calles.

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-Bella –sus dedos recorrieron con ligereza el contorno de mis labios-. Yo voy a estar contigo…, ¿no basta con eso? Edward puso las yemas de los dedos sobre mis labios, que esbozaron una sonrisa. -Basta por ahora. Le acaricié el rostro y dije: -Mira, te quiero más que nada en el mundo. ¿No te basta eso? -Sí, es suficiente –contestó, sonriendo-. Suficiente para siempre.