14.7.10

Yo te saqué un día de allí y me encadene. Y obedecí hasta donde pude mi genio amor. Te pude atrapar en mi corazón en otro crimen más, y me alejé de tu seducción y tu dulce voz.

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-Bella –sus dedos recorrieron con ligereza el contorno de mis labios-. Yo voy a estar contigo…, ¿no basta con eso? Edward puso las yemas de los dedos sobre mis labios, que esbozaron una sonrisa. -Basta por ahora. Le acaricié el rostro y dije: -Mira, te quiero más que nada en el mundo. ¿No te basta eso? -Sí, es suficiente –contestó, sonriendo-. Suficiente para siempre.