11.6.10

Siempre soy libre. Soy libre de pensar, actuar y decir lo que quiera, lo que piense, lo que sienta, y eso me hace sentir totalmente libre. Libre de culpas, de rencores, de angustias, libre al fin. Por eso hago lo que quiero como lo quiero y cuando lo quiero, siempre y cuando sepa qué, cómo y cuándo lo quiera, que a veces no es fácil de darse cuenta. Pero es esa la razón de por qué lloro cuando tengo ganas, río cuando tengo ganas, grito cuando tengo ganas. Simplemente porque al hacerlo me siento libre, porque lo que hago refleja simplemente lo que soy, me muestra transparente para que los demás me conozcan. Sólo el que quiera hacerlo.
Es por esto que estoy segura de que no es ser cara dura, no es ser soberbia, simplemente es cuestión de autoestima y de ser libre

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-Bella –sus dedos recorrieron con ligereza el contorno de mis labios-. Yo voy a estar contigo…, ¿no basta con eso? Edward puso las yemas de los dedos sobre mis labios, que esbozaron una sonrisa. -Basta por ahora. Le acaricié el rostro y dije: -Mira, te quiero más que nada en el mundo. ¿No te basta eso? -Sí, es suficiente –contestó, sonriendo-. Suficiente para siempre.