No hace falta que te jure querido compañero Que no debí quererte sin embargo te quiero Así que no hagas trampas que sabes ya de sobra cuál es mi debilidad Y aquí es cuando tus ojos me dejan desarmada Rompiendo en mil trocitos mi parte más exacta Pequeña teoría convertida en un montón de palabras Que vuelven solas a casa
8.4.10
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-Bella –sus dedos recorrieron con ligereza el contorno de mis labios-. Yo voy a estar contigo…, ¿no basta con eso? Edward puso las yemas de los dedos sobre mis labios, que esbozaron una sonrisa. -Basta por ahora. Le acaricié el rostro y dije: -Mira, te quiero más que nada en el mundo. ¿No te basta eso? -Sí, es suficiente –contestó, sonriendo-. Suficiente para siempre.
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